jueves, 5 de diciembre de 2013

-Para no ser los esclavos martirizados del tiempo, embriagaos, ¡embriagaros sin cesar! con vino, poesía o virtud, a vuestra guisa.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Prácticas Estéticas Ex-céntricas

El performance ante la colonialidad del gusto y la sexualidad

Mtro: Yecid Calderón Rodelo

PERFORMANCE Y RESISTENCIA
Para empezar quiero señalar que el tema que abordo surgió en el horizonte de mi investigación doctoral por la necesidad de ir articulando un concepto que atendiera al lugar de enunciación que encuadra la postura epistémica de mi trabajo, la cual alude a una geopolítica y una corpo-política del saber, es decir, se relaciona directamente con un saber encarnado y con una decolonialidad del cuerpo y la sexualidad[2]. Navegando en la búsqueda del concepto que me permitiera proponer una herramienta de análisis, me encontré con el concepto de ex –centricidad (así separado, ya explicaré las razones) que alude, mediante una deriva de su sentido y significado, a varios asuntos que me resultan claves para la comprensión de algunas situaciones epistémicas de importancia relacionadas con la colonialidad del saber, del gusto y de la sexualidad.
En ese sentido, este texto es el breve relato de un trasegar investigativo en proceso, en el que el cuerpo, el performance y el arte son contemplados en relación  a las posibilidades de la resistencia política desde la microfísica del poder, o sea, desde el ámbito de las ascesis y praxis de configuración que determina al sujeto/cuerpo en su devenir constituyéndose como tal (la emergencia de un sujeto/cuerpo que al efectuar un ejercicio sobre sí, realiza un acción sobre el ámbito social en el que se haya contenido); por ser un trabajo surgido en medio del proceso, este texto es un ensayo en lugar de una avanzada investigación que presente conclusiones definitivas.
Siendo así, quiero aclarar —a propósito del tema de la ex –centricidad como ascesis de resistencia desde el performance[3] y el performance art– que el significado que se le otorga al término “resistencia” en este texto, va más allá del lugar común que el término ha tenido en la teoría política y en el análisis social contemporáneo, entendido como oposición de poderes relacionados con la clase y bloques de clase, o de grupos privilegiados y grupos excluidos en tensión; la resistencia aquí es entendida como un operador que anima la configuración del sujeto en cuanto disidente de la norma, de la regla y que, mediante un trabajo de sí, logra impactar el ámbito de lo público abriendo o ensanchando las posibilidades de los sujetos/cuerpos[4] de sexualidad diversa.
Es una resistencia que alude, además de los antagonismos propios de la política tradicional, a la potencia del sujeto/cuerpo en cuanto a la capacidad de configurarse a sí mismo, según su propia voluntad, resistiendo a las configuración pre-establecidas de su subjetividad y su corporalidad. Mediante esta resistencia el sujeto/cuerpo pone en tela de juicio los operadores que promueven, a partir de una hegemonía ideológica, una actitud conformista, elemento clave en la determinación de discursos e ideales regulatorios propicios al ejercicio de poder de ciertos sujetos sobre otros, o del habitus (en el sentido de Bourdieu) en cuanto a la constitución de los individuos en un campo específico de relaciones de poder;  Foucault denomina a esta actitud, en el caso del individuo conforme, estulticia.
No obstante la fetichización que ha sufrido el concepto de resistencia, aún queda un rescoldo de significado en el que se puede apreciar la resistencia como algo práctico, es decir, como ejercicio de oposición voluntario y efectivo (tanto para el sujeto que se transforma como para el contexto de relaciones en el que dicha transformación viene a ejercer el papel de un cierto error en el sistema) a las formas hegemónicas de subjetivación/corporalización establecidas a partir de prácticas habituales, tradicionales, fundadas en un arraigado consentimiento de que la forma de configuración de un sujeto/cuerpo en un contexto particular de relacionesde es así y no puede ser de otro modo , por lo cual, la resistencia resulta ser un ejercicio antihegemónico y performático deconstructivo o decolonizador, en el mismo sentido foucaultiano de prácticas de sí [5] —entendidas éstas prácticas de sí como ejercicio de emancipación (resistencia ante sus propias convicciones y ejercicio crítico ante las mismas para determinar el valor o disvalor que esas convicciones tienen en cuanto relevantes para el sujeto/cuerpo por tratarse de prácticas que fundan o determinan el ejercicio de su libertad). Considero el performance como una actividad de deconstrucción de regímenes establecidos en la producción de sujetos/cuerpo y en una configuración deliberada por la voluntad o potencia del sujeto/cuerpo crítico que decide establecer los principios de su propia construcción como agente de sí mismo, bien sea que reafirme la subjetividad/corporalidad que ya había asumido o bien sea que la desmonte y conforme de otro modo, más acorde con lo que considera una práctica de su libertad.
Se trata de la resistencia como una decolonización de sí mediante la cual el sujeto/cuerpo desafía los modos de subjetivación impuestos por el actual sistema; en este sentido hablo del performance como praxis (acción libre) y poiesis (acción creativa) en la deconstrucción y en la reinvención del sujeto/cuerpo. El performance, así visto, resulta ser un ejercicio constante sobre la propia subjetividad/corporalidad que nos muestra posibilidades de resistencia y de emancipación aún no agotadas, ni agotables, desde la deconstrucción y reinvención del sujeto/cuerpo en relación con ciertos tipos de ideales regulatorios.
Resistir es una acción política que se sostiene desde el lugar de la potencia (conatus del ser, que en la persona se realiza libremente en la voluntad) fuerza de empoderamiento sobre el mundo en cuanto afirmación del ser propio que nunca cesa su inmanente persistir y su búsqueda de perfeccionamiento; es una fuerza que eleva y anima la constitución del ser que deviene en el mundo natural como ente y en el mundo político como sujeto crítico; la potencia es la capacidad de la voluntad de constituirse a sí mismo como “sí misma” –por ejemplo– y, por lo tanto, de instituir para sí y para los demás una postura en el contexto social y político en el que se ubica, determinando compromisos que van más allá del sí mismo y que impacta a los que se encuentran compartiendo ese espacio político que es lo común[6].
En este sentido también me alejo de las posturas que asumen la resistencia como emancipación que busca resolverse en el hallazgo de un paraíso perdido en el que el sujeto se resuelve completamente desde el ámbito de lo colectivo sin trastocar los valores que asume en la constitución de sí mismo, así como de la vieja idea que concibe la resistencia como proceso previo a la conquista de una tierra prometida en la que la potencia deliberativa, la voluntad, se efectuará plenamente en el acto de la libertad desde el afuera, sin necesidad de involucrar el adentro del sujeto  deviniendo hacia la diferencia; tampoco adhiero a la idea de la resistencia en relación con la  fundación de un nuevo modo de Estado más perfecto que el actual, en el cual el sujeto monolítico permanece intacto.
La resistencia la entiendo como  proceso de liberación[7], necesario en cualquier régimen, que conduciría a prácticas de libertad desde el sujeto en transformación; prácticas de la libertad necesarias para ejecutar otros modos de subjetivación/corporalidad distintas a las impuestas por las reglas dominantes, es decir, ejecutar modos de subjetivación/corporalidad diversos y plurales, en constante decolonialidad y transformación de sí; un sujeto cuya inquietud de sí lo lanza siempre al difícil ejercicio de comprensión de la diferencia desde la actualización de su mismidad en el espacio común del nos-otros.
Siendo así, la resistencia, tal y como la concebimos aquí, no alude a soportar un poder y hacerle contrapeso como si se tratara de una relación de oposición de dos términos en pugna, sino como múltiples términos en movimiento constante dentro del ejercicio de su propio poder y de la determinación de su voluntad en un campo de relaciones particulares; una actividad que se despliega en diversos vectores hacia el sujeto/cuerpo y desde el sujeto/cuerpo en permanente deconstrucción de sí y reapropiación de sí, un sujeto/cuerpo  en subjetivación/corporalización dinámica, siendo, algunos de esos vectores, realizados de continuo y otros suspendidos cuando se agotan en sí mismos; es decir, la resistencia es una actividad vivaz, plural, abierta, constante, agotable en unos sentidos, pero ejercible y reeditable en otros, en relación con varios términos de oposición y alianza que también implican  al sujeto/cuerpo como término múltiple e, incluso, en tensión consigo mismo en el ejercicio de su libertad.
La resistencia es la continua actualización de la potencia como voluntad constituyente del sujeto/cuerpo y del entorno político en el que habita, en la medida en que la formación del sujeto/cuerpo y sus opciones e intereses afectan el campo de relaciones particulares en donde se realiza como tal; el ejercicio de las libertades del sujeto/cuerpo implica la lucha permanente del mismo en distintos escenarios, algunos internos (pugna consigo mismo en la forma de los dilemas morales) y otros externos, con distintos sujetos/cuerpos, en diferentes grados de tensión dinámica dentro de campos de relación particulares que lo vinculan o  lo separan de si y de otros, según sus propios y particulares intereses.
RESISTIR DESDE EL LUGAR DEL SEXO: ESTÉTICAS EX-CÉNTRICAS Y LAS PRÁCTICAS SEXUALES DIVERSAS
Existen regímenes regulatorios que atraviesan nuestras prácticas cotidianas. En dichos regímenes se establece un complejo modo de dominación interseccional e imbricado que pone en relación sujetos entre en sí en un juego de fuerzas dependiendo de ciertos marcadores establecidos por coordenadas generales del poder, mismas que corresponden al régimen de colonialidad vigente, el cual se articula a partir de la siguiente cadena categorial: heteropatriarcado/racista/clasista/sexista/homofóbico/transfóbico[8]. Estas fuerzas determinan dinámicas sociales y políticas en las que se privilegia a ciertos tipos de sujetos/cuerpos, señalados interseccionalmente con uno o varios de esos marcadores en  una relación compleja de privilegios y exclusiones, en campos particulares de relación. En esta red compleja de marcadores y ejercicios del poder nos interesa el lugar de los sujetos/cuerpo signados por los marcadores ya mencionados, pero insistiendo en aquellos que se ubican en toda la línea de la cadena, es decir, aquellos rechazados por asuntos, a la vez raciales, de clase, de sexo, y de preferencias sexuales.
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Imagen: LadyZunga "El amor encadena" de la serie "Cuerpos Disciplinados"
La interseccionalidad de los marcadores genera una compleja heterarquía de poderes sobre ciertos sujetos/cuerpos que los niega, rechaza, persigue y excluye, ante lo cual el sujeto/cuerpo crítico rechazado, por su potencia, actúa de manera ex –céntrica, es decir, se ubica por fuera del eje de la dominación que pretende imponerle el régimen dominante en contextos concretos y localizados (familia, escuela, trabajo, espacios públicos); se autoafirma radicalmente desde el lugar mismo de su negación para no dejarse configurar por el ideal regulatorio que una hegemonía dada, en un campo particular de relaciones, sostiene e instituye. En este sentido, los sujetos/cuerpos que resisten a la norma establecida —con la que se  intenta despojarlos de su potencia y obligarlos a responder a las formas de un arbitrario poder  según los marcadores ya señalados— logran establecer una alteridad que no se signa por los cánones dominantes, lo cual representa un modo radical de disidencia; en esa misma medida, su subjetividad y su cuerpo  se convierten en los lugares constituyentes del acto mismo de resistir.
Ahora bien, estas resistencias encarnadas despliegan la actualización de su potencia, es decir, realizan y ejecutan su voluntad, desde distintos sectores de la disidencia, uno de ellos, las propuestas que desarticulan el régimen dominante a partir de estéticas que riñen con la norma del gusto establecida; acontecen siempre en lugares negados, en lugares invisibilizados, lugares que van más allá de aquellos espacios previamente preparados por el sistema y sus mecanismos de asimilación de lo extraño; lugares creados para ser habitados por sujetos/cuerpo asumidos como el Otro inevitable (excéntrico y ya no ex–céntrico); hablo, por ejemplo, de los sujetos del underground (punks, emos, drags, candies, entre otros) y la gama de fauna variopinta de la cultura urbana sujeta al consumo establecido por el kitsch y el pop del sistema y sus determinaciones hegemónicas relacionados con la cultura como capital, ya no simbólico, sino económico en un sentido reducido.
Estos sujeto/cuerpo, patentes a la luz de lo público en los espacios en los que evidencian una disidencia de la estética normada o de la estética excéntrica, son los que hemos llamado provisionalmente sujetos ex –céntricos (no meramente excéntricos) ya que su lugar no se encuentra establecido por ideales regulatorios, ni su diferencia se encuentra previamente preparada como simple diferencia de la norma; su corporalidad, así como la manera de ejecutar su performatividad, no es centrada, no se ubica dentro de las prácticas dominantes; por el contrario, se atienen a expresiones estéticas poco comunes y se lanzan, sin miedo, a la configuración de unas prácticas que rompen con el ideal de la norma del gusto, según se ha establecido en la modernidad bajo el cariz de la cadena de marcadores del hetero-patriarcado, clasista, racista, sexista, homofóbico y transfóbico[9].
Ramón Grosfoguel, uno de los pensadores más relevantes en teoría decolonial, nos ha enseñado que también la estética ha sido un modo a través del cual se ejerce la colonización, realizada desde ciertos lugares y con un aspecto claramente dominador. Es así que la estética (la cual nace como fenómeno propio de la modernidad, o sea, de la colonialidad) establece cánones y criterios acerca de la belleza, la fealdad y lo sublime, desestimando las experiencias de sujetos que no sean varones, blancos y europeos. Toda la estética de la modernidad se articula con una jerarquía de poder que establece distinciones de raza, clase, género y sexualidad; la estética misma se ejecuta como un instrumento ideológico, una forma de establecer líneas divisorias entre sujetos de “buen gusto” y sujetos a quienes les es imposible acceder a esta norma; el buen gusto va a crear una serie de nociones como “pintoresco”, “exótico”, “vulgar”, “popular”, “artesanal”, “imbricado”, “raro”, “ex –centrico” para señalar el gusto y la estética des- centrada de los sujeto/cuerpos disidentes y, de paso, desestimar su postura.
Del mismo modo, los sujetos extraños a Occidente, por ejemplo, indígenas o pueblos autóctonos, deben pasar por el rigor de la “formación” antes de poder emitir un juicio estético en sentido estricto; es decir, para poder acceder al reino de la estética se precisa haber sido un sujeto colonizado; esta colonización no es meramente la preparación de un sujeto para que se ciña a la norma del gusto, sino que es la configuración y producción de una subjetividad y un cuerpo  que entran a articularse con esa forma de dominación en la que se impone la percepción y el gusto establecido por el hombre blanco, burgués, varón y heterosexual. Con ello, el sujeto/cuerpo diferente inicia una franca pugna contra sus propios valores, pues, su capacidad de emancipación, su capacidad crítica, es cercenada de tajo mediante la colonización que sufre. Esta colonización es represiva en la medida en que impide que afloren conductas no occidentales en el sujeto/cuerpo, lo cual se traduce en una docilidad, esfuerzo de imitación y afán de aceptación, frente a las prácticas estéticas centradas o dominantes.
Volviendo al concepto de ex –centricidad, tal y como lo postulo en mi trabajo, refiere a una subjetividad y corporalidad críticas que, después de haber pasado por la “formación” o colonización que implica roles hetero-pratriarcales de género, entra a jugar con la estética que determina las funciones de la sexualidad heteronormada des-centrándolas, subvirtiéndolas o pervirtiéndolas. Las prácticas estéticas des- centradas o ex –céntricas se constituyen en sí mismas como modos efectivos de resistencia a la ubicación de un cuerpo dentro de los cánones establecidos por la estética de la sexualidad heteronormada; en otras palabras, la  ex –centricidad aquí señalada alude a los procesos en los que un cuerpo altera la estética, desde la diversidad de su sexualidad,  para acentuar el carácter ambiguo, abierto y en permanente construcción de sí, por encima de performatividades de rol impuestas; en este sentido, la ex- centricidad se propone  como vía alternativa al binarismo de género y a la norma del gusto establecida por la colonialidad/modernidad.
Constituirse como un sujeto/cuerpo que usa los signos tradicionales de la colonialidad, en relación con el género y la sexualidad, como índices subvertidos (des-centrados) para desmontar las identidades de rol de género, o sea, apelar a fetiches o conductas (accesorios, ropa, modales, gestos y actitudes) que acentúan las funciones de género establecidas por la colonialidad de la sexualidad para hiperbolizarlos, trastocarlos, des-centrarlos, es establecer el punto de una resistencia contra la performatividad heteronormada de la estética tradicional.
La metonimia viene a fungir como herramienta en la radicalización de la ambigüedad y en el énfasis que se quiere poner sobre otros modos de ser sujeto/cuerpo, así como con otros modos de estética que quiebran los cánones de la norma del buen gusto heteronormada, con sus clásicas categorías de belleza, fealdad  y sublimidad; aquí no se aplica la clasificación que Edmund Burke y Emmanuel Kant asociaban al género, según la cual,  la feminidad estaba relacionada al sentimiento sobre lo bello, mientras que la masculinidad lo estaba con el sentimiento de lo sublime. Para las prácticas estéticas ex –céntricas, belleza y sublimidad, asociadas al rol de género, no dejan de ser más que meros postulados de la razón, en cuyo fondo no se encuentra cosa distinta que la convención y la norma impuesta, arbitrariamente, por un modo de sentir y de pensar claramente heterosexual. De esta manera, mediante el ejercicio de prácticas estéticas ex –céntricas se establece una apertura de la sensibilidad y la percepción, para la configuración de valores estéticos diferentes a los establecidos por la colonialidad de la sexualidad y la colonialidad del gusto.
No podemos considerar que una realidad performática como la que ejecuta la performer colombiana LadyZunga, quien legalmente a modificado su nombre para llamarse Abcdefg Hijklmn Opqrst Uvwxyz, sea un producto espurio de la gran decadencia cultural; por el contrario, ella representa un intento por decolonizar las formas de producción de subjetividad/cuerpo y de los marcos en los que quedan establecidas los asuntos de rol y de sexualidad diversa en relación con la estética; Lady Zunga no sólo resquebraja los paradigmas de las funciones de rol, sino que demuestra el agotamiento de las posibilidades enunciativas de una estética para la cual un sujeto/cuerpo como ella no existe[10].
Para poder enunciar fenómenos que van más allá de la estética de la colonialidad, es preciso hablar de subjetividades y cuerpos diversos, ubicados por fuera de la centralidad de las estéticas dominantes y que tienen, también, un índice que revela la función sexual en cuanto que función estética. De este modo, usar tacones y tener barba, vestirse de mujer exhibiendo un cuerpo absolutamente estigmatizado como masculino por la vellosidad propia del varón, es una contradicción en la norma del gusto y en la determinación de roles de género; eso, sumado  a una performatividad amanerada, como si en el cuerpo del hombre habitara una subjetividad de mujer (pero sin querer ser una mujer o hacer un mimesis de la misma)  como en el caso del Laboratorio Performático Pinina Flandes que yo mismo realizo, hace que el performance se convierta en una estética como acto radical de rebeldía contra el régimen de la colonialidad: la belleza- fealdad masculinizada y feminizada, lo abigarrado de un amaneramiento sobre un cuerpo masculino, la extranjería en los roles, el uso de atuendos femeninos y la conservación de los atributos masculinos, me convierten en un sujeto/cuerpo ex –céntrico, en plena resistencia a los binarismos del rol y, en general, a la lógica occidental que tiende a oponer, clasificar, estigmatizar y, de ahí en adelante, a asociar conceptos según esos binarimos (por ejemplo, asociar lo femenino a la naturaleza, lo masculino a lo civilizado; lo femenino a la tierra, lo masculino al cielo; entre otros muchos conceptos que se ubican en alguno de los dos lados de esa matriz binarista de la colonialidad de la sexualidad.
ESTÉTICAS EX –CÉTRICAS: DESDE ABAJO, PERIFÉRICAS Y POR FUERA DE LOS NIVELES DE PRODUCCIÓN DE IMÁGENES DE CALIDAD PARA EL CONSUMO
Ahora bien, más allá de la resistencia a la estandarización del rol y la sexualidad que rige el curso de la estética (se sobre entiende que es occidental) la excentricidad de los trabajos de algunos sujetos/cuerpo que deambulan en estas decolonizaciones tiene que ver con el factor de producción y de consumo de imágenes. En este punto quiero destacar el hecho de que estas prácticas de resistencias desde la ex –centricidad, no acontecen en el epicentro de la cultura kitsch y pop dominantes, sino que, aprovechando plataformas tecnopolíticas, irrumpen de manera disidente,  no sólo desde el cuerpo y la subjetividad. También la disidencia ex –céntrica se realiza desde la misma factura de las imágenes a proponer.
La producción de cada una de estas prácticas estéticas des centradas o ex -céntricas, se postula como ajena a los grandes modos de producción de imágenes, regulados por el afán de venta, circulación y consumo al modo de la mercancía. Desde estas estéticas des-centradas la calidad de la imagen, en tanto que producto para el consumo determinado por el gusto de la colonialidad, se suspende, pues, se da prioridad al contenido y no a la forma.
Por otra parte, la imagen se desvincula de la producción tradicional de arte ya que no se busca la constitución de un objeto que funja como obra de arte; por el contrario, la imagen ex –céntrica se ubica en el nivel de producción de dispositivos de resistencia, en los que la imagen tiende más a comportarse como un virus o un meme, en vez de una imagen perfectamente producida y acabada para el consumo y el solaz estético de sujetos privilegiados que tienen acceso a la misma. Aquí cuenta la imagen  más como vehículo que como finalidad en sí misma, es decir, a diferencia de las imágenes producidas en el arte, no es teleológica, sino que es en tanto que medio para la difusión de contenidos emancipatorios, decoloniales.
 La tecnología usada en la producción de imágenes, según estéticas des- centradas, no pretende la excelencia en la producción sino el quiebre, la fisura, el ruido, la mancha; por ello, en esta producción entra en juego “lo que está a la mano”: editores de videos online, edición de fotografía con dispositivos básicos, cámaras digitales no profesionales, y otros aparatos que sirven para crear imágenes de disidencia que se difunden mediante las redes sociales y otros medios, con el fin de llegar a un público global sin mayor coste[11].
De esta manera se generan unas estéticas que no aluden a los formatos de producción de la massmedia tal y como ha sido entendida en cuanto a alta fidelidad y resolución, escasez de ruido y edición pormenorizada que pretenda omitir los fallos y dejar sólo las partes que, según el canon estético occidental, pueden funcionar como imagen impecable para el consumo. En este sentido, estas subjetividades/cuerpo eluden los lugares comunes de producción de imagen y de discurso, se alejan de los rigorismos estipulados por las grandes plataformas de producción de cultura como la academia, la televisión, la radio, el museo, la galería, la sala de exposiciones, etc; con precarios instrumentos se hacen sentir en el espacio público y en las redes sociales y proponen estéticas sucias, de ensayo, de remiendo, de borrador, sin temor alguno sobre la reproducción masiva de la copia de la imagen.
Otra característica de estas prácticas estéticas ex -céntricas es que emergen desde contextos sociales que no corresponden a las clases dominantes, ni a la pequeña burguesía, más bien son sujetos provenientes de extracciones sociales populares, de barriada, o de contextos urbanos en los que no se manifiesta una clara posición privilegiada de clase. De esta manera, los sujetos/cuerpos que así se producen son des-centrados en cuanto que utilizan plataformas con características de dispersión, así como de encuentro periférico; es decir, no pretenden ubicarse como un activismo político contra-hegemónico a la manera de las oposiciones políticas tradicionales de lucha de clases, o de bloques antagónicos, ya que no conciben el poder como un lugar concentrado, reconocido y evidente; en su lugar, estas prácticas aluden más a lo que Deleuze llamara revoluciones moleculares, por lo que, en este sentido, apuntan a una comprensión del poder reticular).
Mediante el uso y difusión en las redes sociales se posibilita el fluido  de intereses simbólicos como prácticas tecnopolíticas, culturales alternativas de resistencia y de emergencia de estéticas diversas, recursivas, dispersas y  periféricas, porque se articulan en lugares no centrados por el poder y la producción  de cultural oficial sostenida por pequeños  grupos cerrados.
A lo que asistimos es al surgimiento de una forma de oposición que no puede ser reducida fácilmente a términos establecidos con categorías tradicionales, pues, al determinar una resistencia en la producción de imágenes y al romper los cánones de la regla del gusto; al cuestionar la calidad de la imagen y el autotelismo propio del arte tradicional, de lo que somos testigos es de algo mucho más radical que de una propuesta estética alternativa. Se trata de la disidencia epistemológica, política y estética, incluso ontológica, que desmonta el ojo privilegiado de la cultura tradicional heterosexuada, con su estética y su arte, para habilitar otras miradas posibles, otros lugares no tenidos en cuenta en la producción cultural,  desde los cuales se pueden catapultar unas experiencias estéticas ajenas a la dominante y por lo tanto, renovadoras, alternativas y optimistas en la transformación de los valores estéticos postulados como determinantes por la geopolítica y la corpo-política de la cultura occidental, impuesta como universal.
La emergencia de estas subjetividades/corporalidades es una actividad que entrecruza factura de imágenes, procesos de subjetivación aleatorios, intereses políticos, indignación y protesta, así como una consideración diferente en el proceso mismo del conocer (episteme), del hacer (praxis) y del poetizar (poiesis). Los sujetos/cuerpos ex -céntricos crean mecanismos de oposición alternativos que se ejecutan en sentidos diversos, como el caso de la inoculación de memes subversivos contra la norma estética que regenta el gusto oficializado por ciertas clases sociales y por un tipo de sujeto hegemónico sexualmente, a saber, el varón, blanco, europeo.
Ahora bien, la disidencia en la norma de gusto navega entre fronteras  por ser una actividad que al desmontar el andamiaje perceptual postulado por el hetero-falo-logo-centrismo, depotencia el poder hegemónico de las prácticas y de la discursividad sobre el ser, el conocer, el actuar y el poetizar. Del mismo modo, estas disidencias, al ser postuladas desde América Latina, encuentran sentido de resistencia ante la estética tradicional reacia a considerar otros modos de producción cultural distintas a las establecidas por el capitalismo; por ejemplo, prácticas culturales y estéticas que no pretenden producir objetos como “obra de arte” o que no apuntan a finalidad alguna en tanto que producción.
En lugar de esto, el performance como práctica de resistencia, rescata otras dinámicas en la producción cultural tendientes a cuestiones de convivencia en común y generación de simbologías que reactivan los hilos del tejido social, la finalidad es contribuir al enriqueimiento simbólico mediante una apuesta poética ligada, en primer lugar, a la producción de vida, luego a la producción de sentimientos de placer y alegría, más allá de la pretensión de capitalizarse en sentido económico: se trata de configurar espacios comunes para el encuentro, así como de proponer prácticas de la libertad del sujeto/cuerpo; hablo de actividades estéticas relacionadas con el juego, la danza, el carnaval, el cabaret, la fiesta y otras prácticas producidas en zonas poéticas o creativas ligadas con el reencuentro con el mundo; la religazón con la diferencia radical que está en el misterio de la experiencia, por fuera del marco de prácticas estéticas propias de la colonialidad del gusto y de la sexualidad.
Ciudad de México, septiembre 3 de 2013

Una mirada ecofeminista en el mundo del cómic

Me encanta descubrir aquellas historias o personajes de cómic capaces de ofrecer un punto de vista alternativo al hegemónico (machista, racista, homó- transfóbico y capitalista). Sin embargo, encontrar ejemplos que rompan con la norma heteropatriarcal y que sean sensibles con la naturaleza es harto difícil, y cualquier acercamiento a lo ecológico suele hacerse desde la asociación mujer-feminidad-naturaleza.
Es verdad que la mayoría de las variantes del ecofeminismo coinciden en ver una conexión entre la subordinación de las mujeres y la explotación de la naturaleza. Pero el objetivo de los ecofeminismos no es reafirmar binarismos (mujer-naturaleza, hombre-cultura), sino desarrollar una noción de identidad basada en la relación de cada individuo/a con el entorno de lo vivo, criticando la jerarquización destinada a justificar que lo “superior” (cultura/razón, hombre) pueda dominar y explotar lo “inferior” (naturaleza, mujer). De este modo la lucha no sería contra el antropocentrismo (dominio del ser humano sobre el resto de las formas vivas) sino contra el androcentrismo (dominio del varón sobre el resto de las formas vivas, incluidas las mujeres).
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Mujeres del movimiento ecológico Chipko luchando por sus bosques
Uno de los objetivo del ecofeminismo sería incluir los discursos y valores considerados femeninos e inferiores (naturaleza, cuerpo, cuidados, sentimientos, etc.) en nuestra práctica diaria para crear un mundo mejor para todos los seres vivos. Dentro del universo del cómic he elegido 3 personajes que, con una mayor o menor intencionalidad por parte de los autores, han incorporado estos discursos en sus aventuras. Curiosamente los 3 ejemplos han vivido su edad dorada a lo largo de los 80, justo después de la explosión feminista de los 70 y el nacimiento del ecofeminismo.
Eco-pacifismo: Orquídea Negra
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“Iros. Este es mi lugar. Nuestro lugar. No quiero muertes aquí. Ni odio.” Black Orchid de Neil Gaiman
En 1989 Neil Gaiman retoma este personaje y marca un hito en el mundo del cómic. Orquídea Negra es el nombre dado a las clones resultado de una hibridación planta-humana, creadas para luchar contra el crimen. La gran novedad de la mini-serie de Neil Gaiman es que – a diferencia de superheroínas anteriores – Orquídea rompe con el patrón típico de superhéroe masculino. Orquídea rechaza el modelo de individualismo, liderazgo y violencia típicos del superhéroe, explorando nuevos modelos basados en el sentimiento de colectividad – con la naturaleza en general y con sus hermanas clones en particular – y de empatía – con buenos y malos- y practicando la no-violencia como herramientas para conseguir un mundo mejor.
Eco-masculinidades: La Cosa del Pantano
La Cosa del Pantano es una forma de vida vegetal inteligente que ha absorbido al consciencia del Allec Holland, un botánico asesinado para robarle sus descubrimientos (una fórmula capaz de regenerar vida vegetal incluso en un desierto).
A pesar de ser tan (o quizá más) poderoso que personajes como Superman, la Cosa del Pantano rechaza el rol de héroe y el protagonismo y no hace casi uso de la violencia. La Cosa es un personaje en continua evolución, replanteándose su identidad y su relación con el mundo y su entorno. Dentro de sus aventuras su conexión con la naturaleza y la profundidad de sus relaciones afectivas tienen siempre un papel destacado.
“El poder incita a la ira, y la ira es como un fuego incontrolable. Evítalo” Swamp Thing, Vol.2, #51
El poder incita a la ira, y la ira es como un fuego incontrolable. Evítalo” Swamp Thing, Vol.2, #51

La Cosa del Pantano representa un nuevo tipo de masculinidad: es capaz de tomar características femeninas y masculinas de forma fluida, no tiene problemas en expresar sus sentimientos y valoriza mucho el trabajo de los cuidados.
"Niño: […] Si incluso los monstruos se asustan a veces, entones… bueno, entonces no es tan malo [asustarse], ¿no?.  CdP: No… no es tan malo…" Swamp Thing, Vol.1, #27
 Niño: […] Si incluso los monstruos se asustan a veces, entones… bueno, entonces no es tan malo [asustarse], ¿no?. CdP: No… no es tan malo…” Swamp Thing, Vol.1, #27
Imprescindible cualquier número del guionista Alan Moore.
Eco-terrorismo: Hiedra Venenosa
La vida de la doctora en botánica Pamela Isley sufre un giro inesperado cuando el Dr. Woodrue la inyecta un cóctel de toxinas vegetales. Como resultado se convierte en Hiedra Venenosa, ganando múltiples poderes y perdiendo la capacidad de quedarse embarazada. Desde este momento Hiedra combinará sus investigaciones científicas para empoderar a las plantas con acciones directas contra aquellos agentes (multinacionales principalmente) que amenazan la naturaleza.
Hiedra es una villana atípica: no busca venganza ni destrucción, su fin último es reclamar el lugar que la Naturaleza se merece. Su personaje podría representar a una ecofeminista muy cabreada y maquiavélica. Además, es de las pocas (¿la única?) mujeres del universo de Batman que no tiene una ligadura directa como un hombre (como amante o socia). Sin embargo desde la óptica heteropatriarcal se da una representación muy desfigurada del personaje y de sus ideales: unafemme fatale obsesionada con la naturaleza, que abusa de su poder sobre los hombres para conseguir sus fines y que se ha vuelto tan loca – en parte por su esterilidad – que considera a las plantas como iguales o sus bebes.
En la que quizá es su mejor historia,“Cast Shadows” escrita por Ann  Nocenti, Hiedra reflexiona sobre esto con Batman, deconstruyendo la idea de superhéroe y villano:
"¿Desequilibrada? Estás en este juego desde hace más tiempo que yo, Batman. Sólo que tú has encontrado una manera de que tus obsesiones parezcan sensatas." Batman & Poison Ivy - Cast Shadows
¿Desequilibrada? Estás en este juego desde hace más tiempo que yo, Batman. Sólo que tú has encontrado una manera de que tus obsesiones parezcan sensatas.” Cast Shadows
Mientras entran en el psiquiátrico de Arkham, Hiedra destaca que la diferencia entre ellxs se debe a cómo la sociedad los ve, considerando cuerda a una persona que se disfraza y romper las leyes por defender a los seres humanos, y loca a una que lo hace por defender a la naturaleza (antropocentrismo puro).
A parte de ecologista, Hiedra es una feminista concienciada. En otro de sus grandes momentos, Hiedra realiza una gran crítica, con eco-metáforas incluidas, sobre el rol al que se relega a las mujeres:
Solo #6
Solo #6
“Odio a los hombres. Por lo que hacen. Recortan. Podan. Nos hacen transformarnos en lo que ellos quieren. Una virgen. Una puta. Una compañera. Una enemiga. Y lo hacemos. Por necesidad”. (Poison Ivy, Solo #6)
Hiedra está comprometida con la situación de las mujeres, y  ha formado parte de todos los grupos de acción femeninos que han aparecido en Gotham. Además es la única persona de Gotham que ha apoyado a Harley Quinn,  criticando la relación destructiva que mantiene con el Joker.
“ […] ¡Eres fuerte Harley! ¡Lista! ¡Inteligente! […] No necesitas esa hiena [Joker]! El sólo te usa! […]” Harley Quinn #1
“ […] ¡Eres fuerte Harley! ¡Lista! ¡Inteligente! […] No necesitas esa hiena [Joker]! Él sólo te usa! […]” Harley Quinn #1
Incluso cuando Hiedra muestra su lado más villano, no pierde su enfoque ecológico. Dentro de la serie No man’s Land, Hiedra asesina a dos policías corruptos que previamente han asesinado a una adolescente de la calle bajo su protección. Como buena ecologista reciclará sus cuerpos utilizándolos como abono.
Gotham Central #32
Gotham Central #32
En conclusión, Hiedra venenosa no es una buena persona, pero no duda en ponerse al nivel de la naturaleza, está comprometida con la situación de las mujeres y las personas necesitadas, y reconoce el daño que el patriarcado y el capitalismo hacen en a la Tierra.
"No soy una asesina. Simplemente evito que los codiciosos saqueen el planeta" Brids of Prey (New 52) #3
“No soy una asesina. Simplemente evito que los codiciosos saqueen el planeta” Birds of Prey (New 52) #3
Fuente: https://orbitadiversa.wordpress.com/2013/04/15/una-mirada-eco-feminista-al-mundo-del-comic/

Susan Sontag

Hoy Susan Sontag es recordada como una de las intelectuales y ensayistas estadounidenses más brillantes del S.XX y por ser una de las mayores representantes de los movimientos contraculturales de a partir de los años sesenta: de hecho, su texto sobre lo Camp (Notes on camp) volvió a poner en pie este término y fue usado desde las teorías estéticas para dar paso a otra serie de movimientos transgresores.
Además, a Sontag se la recuerda por ser la mujer que mejor lució un mechón de pelo blanco en contraste con su pelo negro y profundo y por sus relaciones sentimentales con otras mujeres: Harriet Sohmers, la dramaturga cubana María Irene Fornés; o -la más sonada- la fotógafa Annie Leibovitz, con quien pasó los últimos años de su vida. A un mes del aniversario de su muerte, contamos algo de la historia de la adulta que “se sintió obligada a vivir en el cuerpo de una niña” y de la “niña que tuvo el privilegio de vivir en un cuerpo de adulta”.
“Creo que…
(A) Que no hay dios personal o vida después de la muerte
(B) Que la cosa más deseable en el mundo es la libertad de ser fiel a uno mismo, es decir, Honestidad
(C) Que la única diferencia entre los seres humanos es la inteligencia
(D) Que el único criterio de una acción es su efecto último en hacer a la persona feliz o infeliz
(E) Que está mal privar a un hombre de la vida [comentarios 'f' y 'g' están desaparecidos.]
(H) Creo, además, que un Estado ideal (además de ‘g’) debe ser de carácter fuerte y centralizado con control gubernamental de servicios públicos, bancos, minas, transporte + y subvenciones de las artes, un salario mínimo satisfactorio, ayuda a los discapacitados y anciano[s]. La asistencia del Estado a las mujeres embarazadas sin distinciones como las de hijos legítimos + ilegítimos”.
Con estas palabras extraídas de su diario personal*, Susan Sontag apuntaba ya -a la edad de 14 años- su pasión por la listas. Unas listas que escribía meticulosamente sobre todo lo que tenía que leer, escuchar, intentar o evitar ser… y en las que ya podía observarse su innegable apego a la transformación personal, a su propia auto-revisión y a un carácter estricto en cuanto a cómo quería desarrollarse y quién pretendía ser. “Honestidad” e “inteligencia” fueron dos de los vocablos más mencionados en sus discursos y, tanto en sus textos como en su implicación social, Sontag demostró ambas cualidades en cada acción emprendida.
Su único hijo, David Rieff, comentaba en una entrevista tras la publicación de sus diarios que el descubrimiento mayor que hizo de su madre leyendo sus anotaciones fue “lo consistentes que eran sus ambiciones y sus puntos ciegos”: “De alguna manera, ella fue ella misma a una edad muy temprana”, advertía. “Siempre estaba hablando sobre la transformación”.
Sin embargo, la autora -Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2003- sigue siendo una gran desconocida para el púbico en algunos aspectos e incluso para el movimiento feminista. Todo ello, a pesar de su fascinante apuesta vital y experiencia; y de un inimitable intelecto que nunca tuvo “pelos en la lengua”.
La enfermedad y sus metáforas: Cáncer y vida
La enfermedad y sus metáforas fue el título que recibió uno de los ensayos en los que la pensadora abordó el daño que se infligía sobre las personas pacientes a través de actitudes sociales que giraban en torno a los mitos de algunas enfermedades y que resultaban más contraproducentes, decía, que la propia enfermedad. Diez años después puso el dedo aún más en la llaga y escribió El Sida y sus metáforas.
Estos ensayos no fueron más que su propia experiencia personal ya que, debido a su lucha contra el cáncer, hablaba desde la autoridad que le dieron sus propias vivencias. La pensadora sufrió tres cánceres a lo largo de su trayectoria vital (murió a causa del último el 28 de diciembre de 2004 a los 71 años de edad). No obstante, Sontag siempre pregonó el mensaje que asociaba el cáncer con la vida. No hay que olvidar que el primero se lo diagnosticaron en 1975 a través de un discurso directo y, según ha explicado su hijo en alguna que otra entrevista, sin escrúpulos de su médico: “Tenía un 10% de posibilidades de vivir dos años más”.
Susan Sontag por Annie Leibovitz
Fotos realizadas por Annie Leibovitz durante su enfermedad.
Sontag se negó a aceptar su diagnóstico y puso todos los medios a su alcance para evitar lo que más temía: la muerte. Estuvo más viva que nunca y con una actividad intelectual increíble durante casi 30 años más después de ese diagnóstico. Su entonces compañera, Annie Leibovitz, estuvo más cerca que nadie en la última batalla que libró y la fotografió en su proceso para, según ella, prepararse para el dolor. Especialmente polémica fue la foto de Sontag en su “lecho de muerte”.
Ambas mujeres eran amantes de la fotografía. Sontag, por ejemplo, dedicó varios ensayos al respecto: Sobre la Fotografía o Ante el dolor de los demás. Su empatía y sus ganas de estar rodeada de gente y de beber de ésta se vio reforzada por su “paso por la enfermedad”. También se agudizó su conciencia social. Así, criticó que el dolor solo pudiera ser representado bajo determinados cánones. En Ante el dolor de los demás expuso que “los sufrimientos que más a menudo se consideran dignos de representación son los que se entienden como resultado de la ira, humana y divina” y que “el sufrimiento por causas naturales, como la enfermedad o el parto, no está casi en absoluto [...]”.
A pesar de toda la crítica a las posiciones que se adoptan ante enfermedades ajenas y propias, Sontag demostró que “cáncer” también podía ser sinónimo de “aprendizajes” y, sobre todo, de “vida”.
Osama Bin Sontag
Siento un poco de vergüenza de ser estadounidense. Siempre me ha molestado la vanidad de querer ser los primeros, la cultura popular, las películas de Hollywood… Quizá por eso me gusta tanto sentirme extranjera. Me interesan más los derrotados que los vencedores**
Sontag nunca evitó la polémica que suscitaban sus pensamientos, ya que creía en éstos como herramientas y armas para el cambio. Tampoco se mantuvo distante tras el atentando del 11S ni ajena a la política bélica exterior de Estados Unidos y a los daños causados. Por estos motivos, la neoyorquina fue blanco de la prensa estadounidense más conservadora que la tachó de “idiota, traidora y títere de Saddam” (“Osama Bin Sontag” la llamaban) por preguntarse si las invasiones de Estados Unidos en Oriente Medio no tendrían relación directa con el atentado contra su país.
Sontag arrestada
Sontag es arrestada por manifestarse contra la Guerra de Vietnam
En Ante el dolor de los demás llegó a afirmar que “el Museo Conmemorativo del Holocausto y el previsto Museo y Monumento al Genocidio Armenio están dedicados a lo que no sucedió en Estados Unidos” y que “contar con un museo que haga la crónica del colosal crimen de la esclavitud africana en Estados Unidos de América sería reconocer que el mal se encontraba aquí”. Y remataba: “Los estadounidenses prefieren imaginar el mal que se encontraba allí […]”.
La pensadora acudió a los propios países en conflicto (la más visible fue su visita a Sarajevo) y contó las experiencias y los pensamientos que le suscitaban. A pesar de las críticas, afirmaba que no había un día en que la gente no se le acercara por la calle y le agradeciera su valentía: “No creo que se requiera valentía para decir lo que uno piensa, pero así debe parecer a otras personas […]”.
¿Susan Sontag feminista?
[…] No se hace uso de la literatura o de los premios literarios para respaldar fines ajenos a ella. Por ejemplo, el feminismo. Y hablo como feminista (Parte del discurso de Sontag tras recibir el Príncipe de Asturias de la Letras. El mismo año fue galardonada Fátima Mernissi, conocida por su defensa de los derechos de las mujeres)***
Sí, Susan Sontag era feminista pero curiosamente ésta fue su faceta menos conocida. A los siete años de edad, la pensadora leyó la biografía de Madame Curie, lo que avivó su deseo de ser científica o médica. Posteriormente, tuvo un “despertar de conciencia feminista” tras leer a Simone de Beauvoir y Virginia Woolf.
A sus 18 años, casada y en estado de embarazo, leyó El segundo sexo por vez primera. “Fue en ese momento cuando de verdad me volví militante —contaría luego—. Creo que yo misma he tenido esas mismas ideas conscientemente durante 20 años, e inconscientemente toda mi vida. E intenté al máximo llevarlas a la práctica en mi propia existencia”.
En El Tercer Mundo de la Mujer, texto publicado por Partisan Review en 1973, Sontag expuso que “cada generación produce unas pocas mujeres geniales (o, al menos, de una irreprimible excentricidad) que alcanzan una posición especial por sí mismas. Pero se entiende que la visibilidad histórica [...] de semejante grupo de mujeres se deriva precisamente de que posee unas cualidades que en general no tienen las mujeres. Se caracterizan por su energía, inteligencia, voluntad y valor masculinos”.
Sontag
Criticó los cánones de belleza y la vergüenza de envejecer./ Anne Leibovitz
Un año después publicó un obra de teatro bajo el nombre de Alice in Bed, en la -según explicó- quiso retratar “la tan común realidad de una mujer que no sabe qué hacer con tanta genialidad, con su originalidad y con su agresividad, y por lo tanto ve cómo su carrera queda inválida”.
La ensayista también criticó los mandatos de belleza normativos asegurando que las mujeres eran juzgadas por su aspecto y que se castigaba más a la mujer que al hombre por los cambios que conlleva el envejecimiento: “Uno de los motivos principales de tener fotografías de bellas famosas para mirarlas a lo largo de los años es el de ver lo bien o lo mal que pactan con la vergüenza del envejecimiento”.
En una entrevista concedida a su admirador y periodista Kevin Jackson para The Independent, éste le preguntó si había sido consciente de su cambio explícito hacia el feminismo; a lo que ella contestó:
-Sí, y no sé por qué lo hice. Creo que se me olvidó… [hace una pausa y ríe] Perdón. Ya sé que suena tonto, pero creo que simplemente se me olvidó hablar de eso. Era real para mí, en mi vida, pero olvidé que tendría que hablar de ello en mis libros […] ¿Por qué no lo había hecho antes? ¿Por qué se me olvidó?
Elaine Showalter escribió un texto sobre Sontag en el que recapacita sobre su “giro” hacia el feminismo haciendo alusión a una obra fotográfica de Annie Leibovitz titulada Women. El artículo acaba de la siguiente forma:
“La última fotografía de Women es la propia Susan Sontag —su famosa melena ya completamente cana, corta a lo chico. Nunca ha estado tan hermosa”.
“Estoy viva”. “Soy hermosa”
El 23 de mayo de 1949 (con 16 años de edad), Susan Sontag escribió en su diario:
“… ¿Y qué soy yo mientras escribo esto? Nada menos que una persona distinta… Y estuve tan cerca de invalidarme por completo, de rendirme totalmente… Ahora conozco un poco mis capacidades… Quiero acostarme con muchas personas, quiero vivir y aborrezco la muerte, no daré clases ni obtendré un máster después de graduarme… ¡No tengo la intención de dejar que mi intelecto me domine, y lo único que no quiero es venerar el conocimiento o a la gente que lo posee! Me importa un comino la acumulación de datos de cualquiera, salvo en la medida que en sea un reflejo [de] la sensibilidad fundamental que sí exijo… Tengo la intención de hacer todo… A lo único que renuncio es a la facultad de renuncia, a retirarme: la aceptación de la igualdad y el intelecto. Estoy viva… Soy hermosa… ¿Hay algo más?”
———
*Según su hijo, los diarios de Susan Sontag no eran unos diarios al uso: la autora los usaba como libro de anotaciones sobre idea, listas, propósitos… No obstante, sus primeros diarios recogidos en Renacida guardan mucho de “diario convencional” por su visión de la gente y de sí misma.
** Sontag fue enterrada en el Cementerio de Montparnasse en París debido a su pasión por la cultura Europea y a que nunca se sintió muy estadounidense.
*** Susan Sontag ganó con el Príncipe de Asturias en 2003 y diez años después, la que fue su pareja sentimental, Annie Leibovitz recibió el mismo reconocimiento. En su discurso, la fotógrafa hizo alusión –emocionada- a la figura de Sontag (ya fallecida): “Con este premio, me unen a un grupo maravilloso de artistas, escritores, compositores, arquitectos y cineastas. En este momento, me viene a la mente una galardonada anterior que significó mucho para mí: Susan Sontag”.

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¿Qué tiene de feminista hablar de BDSM? ¿Qué tiene de político el cuestionamiento de las prácticas sexuales heterosexuales? Aburrida de lo preconcebido, de lo obvio del acto sexual, tan predecible, busco por medios disidentes abrirme a la experiencia de nuevas sensaciones. Visualizo en mi vida al deseo como una producción unida a mi asignación de género, capaz de deconstruirse y para lograrlo necesito volver a rearmar mi cuerpa, a reconstruir las cuerpas que habito y que escapan a mi propia piel. Con ellas buscamos creaciones de nuevas formas de placer, fugamos creativamente, probamos, erramos, intentamos. Veo en el sexo el potencial político de destruir las nociones normativas del género y roles asignados, nuestra sexualidad tiene la potencia de no seguir con la línea sexo-género-sexualidad, ¿por qué no usar esta arma (la sexualidad) para desbordar el dispositivo de género?

Rodeadas de imágenes pornográficas explícitas, sutiles, de edificios fálicos en la ciudad, de patriarcado, de códigos y símbolos que se nos plantean como naturales, vemos claramente que el sexo coital no se reprime, sino que por el contrario, se promueve y se fomenta. Que cualquier tipo de expresión de placer “sexual” distinta a la heterosexual penetrativa es psicopatologizada por el discurso clínico. El sexo hetero refuerza la diferencia sexual cómo categoría de diferencia y no de oposición, como algo natural y no como un suceso de conflicto y caos, refuerza los roles establecidos normativamente de quien penetra y quien es penetrada, quien se corre y quien contrae las paredes vaginales (porque para el sexo heteronormativo nosotras no “eyaculamos” –eyacular es una palabra muy patriarcal-), refuerza el ficticio “destino biológico” del cual las chicas hemos sido atrapadas, reprimidas, culpadas, desde hace siglos.

Nuestra cuerpa, primer lugar oprimido, primer lugar de resistencia, primer lugar de construcción bio-política, ¿cómo hacer?, ¿cómo identificar los códigos que nos oprimen?, ¿cómo destruirlos? Contra-producción del placer. Explorando me encontré con el dolor, con las prácticas BDSM, donde lo genital dejó de tener protagonismo, en donde el sexo (hombre/mujer) pasa a segundo plano, donde vi cierta ruptura en las jerarquías sexo-corporales.

No defiendo al BDSM como ideología, ni menos como un colectivo, el tener un estilo de vida “radical sexual” o follar con muchas personas no te hace menos capitalista, menos monógama o menos patriarcal; el mundo del BDSM esta lleno de burguesía, de cuero, de especismo, de símbolos que remiten a autoridades que ni siquiera me interesan parodiar (policías, esposas, etc.), ¿de qué radicalidad se habla?, ¿la radicalidad frente a qué?, ¿frente a quienes? Vengo a plantear el reciclaje como parte de nuestras vidas, no por sentir simpatía o interés en el sadomasoquismo significa que tengo que reproducirlo tal como me lo plantea el colectivo oficial del BDSM. Algunas teóricas lesbianas sadomasoquistas se centran en las dicotomías del poder y juego de roles más que el dolor en si mismo, no puedo compartir el cuero, las esposas, los uniformes, si hablamos de prácticas éticas, “liberadoras” y de consentimiento. Mi planteamiento central es el dolor. Dolor como placer, dolor como nuevos acuerdos, nuevos límites, en donde no importa la cantidad de personas con las cuales hemos “follado” o realizado “sesiones”, sino que con el cariño y respeto con las cuales hemos sido tratadas y hemos tratado las unas a las otras.

El BDSM crea representaciones, fantasías, NO ficciones disfrazadas de realidades como lo hace el discurso heterosexual hegemónico. Perder el miedo al juego, a la escena, a la imaginación, ¿Cuánto tiempo más vamos a seguir reprimiendo cosas que nos interesaría probar? ¿Te convierte en un “nazi” utilizar un látigo vegan para inflingirle dolor a una amiga mientras existe un acuerdo mutuo? ¿Y si quiero que una amiga me penetre con un dildo? ¿Cuál es el miedo? ¿Cuál es el fantasma que me atemoriza?, ¿Aún existe dios mirando con su ojo panóptico que es lo que hacemos “mal o bien”?

Propongo nuevos placeres no genitales, o que incluyan lo genital sin que estos sean los protagonistas. El patriarcado se encargó de segmentar nuestra cuerpa, de sexualizarla, formó una heteropartición de esta, en donde existen ciertos órganos reproductivos a los cuales enunció como sexuales, porque lo sexual es reproductivo (no sólo de hijxs/esclavxs, sino también de un sistema), en donde también se crearon jerarquías, poderes de forma asimétrica, en donde quienes nacimos con vagina estamos aparentemente hechas para ser penetradas, para que nos miren las tetas y el culo, para adorar al falo y a creer de que sin él no existe un “real acto sexual”, donde existen sólo dos sexos, que nuestras cuerpas se definan sólo por lo que tenemos entre las piernas.

Propongo ser creativas más que reactivas. Si estamos claras de que el sexo hetero es una basura, pues empecemos a hacer cosas nuevas. Preguntarse ¿qué es lo que me/ nos hace alegre?, en un momento contingente, no auto juzgarnos porque hacemos algo mal o bien. Ver a las prácticas BDSM como una de las propuestas entre un montón de otras que podemos descubrir. Agregar, por ejemplo a las siglas BDSM una V de vegan, borrar algunas o crear siglas nuevas, o mandar a la mierda las siglas, todo es posible en un mar de descubrimientos. De prácticas SSC (sensatas, seguras, consensuadas) y le agregaría una C, consciente o sobria a modo personal; conversaciones, comunicación, hablar del sexo, hablar de lo que no se habla, romper con el mito de que al charlar de X práctica sexual “la pasión se mata”. Probar los efectos múltiples de un orgasmo que no es genital, un tránsito de prácticas y no una esencia, que se mueve, deviene, el deseo cambia, las fantasías cambian.

Hablo de lo que siente mi cuerpa al perder el control, al evitarme seguir respirando y pensando en que tal vez ya no haya más, pero sabiendo que con quien comparto estas sensaciones es alguien con quien me siento cómoda, afin, en confianza, hablo de las cuerdas en mi piel, de la sensación de no poder moverme, de la cera caliente sobre mis poros abiertos de excitación, hablo de no ver, de no escuchar, sólo sentir, hablo del dolor de una herida intencionada, de la sangre, de la aceleración de mi corazón, del sudor frío, tembloroso, excitado, hablo de sentir que mi pelo se desencaja de su lugar de origen, del spank, del sonido de mi piel, de la multiplicidad de ser en un mismo momento, hablo de ver a mi compañera gozar con el dolor inflingido y elegido por nosotras mismas, por los cambios de temperatura, hablo de la sensación límite, del sentir que ya no puedo más y darme cuenta que si, mi cuerpo puede más, de descubrir que el sexo hetero-penetrativo no tiene ningún interés, que mi cuerpo es capaz de experimentar tanto más allá de eso. Hablo de sentir un cuerpo encima sin que sea para penetrarme, sólo para distribuir su peso sobre mí, hablo de las mordeduras, las presiones, de la piel como un órgano sexual completo y complejo. Hablo de reencontrarme con una aguja al tatuarme, de un escalofrío que recorre mi espalda como un demonio haciéndome cosquillas, hablo de sentir una aguja perforando, el momento de catarsis del dolor, un clímax, un ¿orgasmo?
… Hablo del sentir la excitación de que nunca voy a parar de descubrir, descubrirme, descubrirnos, hablo de las nuevas amistades, nuevos lazos que surgen de estos encuentros. Hablo de confianza, de respeto mutuo/colectivo, hablo de comunicación, de consensos, de consentimiento, hablo de placer sin culpas, sin cargas morales.