viernes, 21 de febrero de 2014
La definición de que "somos Polvo de Estrellas".... está de actualidad o de moda sin embargo esta expresión ha de comprenderse desde sus origenes..ya que su esencia originaria proviene de los más grandes literarios pero sobre todo del gran Shakespeare... la sustancia del mundo es la mente...." realmente somos sustancia onírica,polvo de sueños.......las mismas estrellas son materia de sueños...." una de las rendiciones más lúcidas, a mi juicio, de toda la historia de la literatura de esta relación entre el sueño y el mundo, y no sólo de que la muerte hará de la vida un sueño, disolviendo nuestros actos, sino la inferencia de que la naturaleza misma es cosa mental. Esta cualidad onírica inherente hace que la vida sea fundamentalmente teatralidad, sólo tan significante como una obra de teatro que a su vez es también tan sólo un juego. En el momento más álgido la dicha y el sufrimiento se desvanecerá ....nos enamoramos de fantasmas..... Es una tragedia pero también es una dicha (si somos la misma sustancia que componen nuestros sueños, podemos alcanzar y disfrutar plenamente nuestra existencia.)
domingo, 9 de febrero de 2014
No dejéis de lloriquear: Sobre una generación y sus problemas que otros consideran superfluos
Hablar de las características comunes de una generación es caer en lo tópico pero obviar que hay rasgos compartidos es el complejo de individualistas del que tanto pecamos.
Hace unos días salí de la facultad y de vuelta a casa paré en una pequeña tienda en la que venden desde discos hasta tazas de café. Echándole un vistazo a los libros encontré una autora alemana llamada Meredith Haaf y su obra ”Dejad de lloriquear: Sobre una generación y sus problemas superfluos”. Ante tal título mi reacción inicial fue de apoyo absoluto pero con el paso de las horas y tras darle vueltas y vueltas al tema pensé ”¿De verdad carecemos de razones para quejarnos?”
Comentar algo de lo que tú mismo formas parte es complicado.
Inevitablemente dejas de ser objetivo e intentas defender a los tuyos, pero en un asunto así solo se puede hablar de perspectivas, no existen verdades absolutas.
Inevitablemente dejas de ser objetivo e intentas defender a los tuyos, pero en un asunto así solo se puede hablar de perspectivas, no existen verdades absolutas.
Generación perdida, generación x, generación tecnológica, generación nini… jamás una franja temporal ha tenido tantos nombres como la de los nacidos entre los 80 y el 95. Dicen de nosotros que somos jóvenes sin ideales, niños que nacieron al final de la guerra fría y desconocen lo que es una verdadera desgracia, crecidos entre el mayor número de facilidades e información y que aún así no las sabemos aprovechar…
Nosotros escuchamos y asentimos, asumimos las críticas y lloriqueamos, seguimos el patrón que gente ajena nos ha impuesto y por lo tanto continuamos el ciclo sin plantearnos lo más importante: no somos la primera ni seremos la última generación en ser criticada.
Nuestra memoria histórica es selectiva, los adultos siempre se han visto en el derecho de adoctrinar a los jóvenes y desacreditar los temas que les obsesionaban en cada momento, desde los mods hasta los góticos pasando por los hippies y los punks fueron generaciones perdidas en su momento y nosotros no somos menos.
Nosotros escuchamos y asentimos, asumimos las críticas y lloriqueamos, seguimos el patrón que gente ajena nos ha impuesto y por lo tanto continuamos el ciclo sin plantearnos lo más importante: no somos la primera ni seremos la última generación en ser criticada.
Nuestra memoria histórica es selectiva, los adultos siempre se han visto en el derecho de adoctrinar a los jóvenes y desacreditar los temas que les obsesionaban en cada momento, desde los mods hasta los góticos pasando por los hippies y los punks fueron generaciones perdidas en su momento y nosotros no somos menos.
¿Que no tenemos razones para quejarnos? Somos los encargados de continuar las causas que otros no consiguieron acabar, nos hemos quedado con los restos del feminismo, el ecologismo en su máximo apogeo, la globalización, la dificultad de acceso al mundo laboral, una crisis tanto de valores como económica, un mundo en decadencia en el que todas las expectativas se posan en nosotros pero sin ninguna ayuda…. y eso sólo para empezar.
Sí, dramatizamos, y sí, nos quejamos demasiado pero porque nos hemos quedado sin esperanzas.
En nuestras muestras artísticas se ve la necesidad de evasión, somos los nuevos nihilistas y eso no significa rendirse sino retratar la destrucción que nos rodea.
Meredith Haaf continúa lo que ella misma critica, la queja constante pero desde un punto de vista externo, como si ella no perteneciera a esta generación.
Así que no le hagáis caso, parad esta guerra y sobre todo, no dejéis de lamentaros, lloriqueemos, pero al menos, dejemos algo que recordar.
Sí, dramatizamos, y sí, nos quejamos demasiado pero porque nos hemos quedado sin esperanzas.
En nuestras muestras artísticas se ve la necesidad de evasión, somos los nuevos nihilistas y eso no significa rendirse sino retratar la destrucción que nos rodea.
Meredith Haaf continúa lo que ella misma critica, la queja constante pero desde un punto de vista externo, como si ella no perteneciera a esta generación.
Así que no le hagáis caso, parad esta guerra y sobre todo, no dejéis de lamentaros, lloriqueemos, pero al menos, dejemos algo que recordar.
http://cavernagrafica.es/?p=1357
domingo, 2 de febrero de 2014
El Atlas Mnemosyne: ¿un vistazo al código secreto de nuestra memoria colectiva?
¿Qué pasaría si el lenguaje del mundo estuviera conformado por apenas un puñado de símbolos que, iterados a través del tiempo y las geografías, conformaran un código oculto pero paradójicamente evidente, sepultada como estuviera su legibilidad por páginas y páginas de historia, acumulándose sin cesar?
Esta puede ser, más o menos, una imagen con la que podemos asociar el último proyecto del excéntrico Aby Warburg, probablemente uno de los historiadores del arte más enigmáticos del siglo XIX, una mente inquieta que por momentos se asomó peligrosamente a la naturaleza de las potencias que estudiaba y las cuales, aseguraba, recorrían furtivamente el curso del arte occidental.
El Mnemosyne fue, grosso modo, un atlas en el cual Warburg buscaba situar los puntos por los cuales, inevitablemente, transitaba la representación occidental, desde las obras maestras de la pintura y la escultura, hasta las figuras aparentemente triviales que aparecen en las revistas y los periódicos cotidianos, clasificaciones en las cuales sería posible situar casi cualquier expresión del imago mundi:
1. Coordenadas de la memoria
2. Astrología y mitología
3. Modelos arqueológicos
4. Migraciones de los dioses antiguos
5. Vehículos de la tradición
6. Irrupciones de la antigüedad
7. Fórmulas dionisiacas de las emociones
8. Nike y Fortuna
9. De las Musas a Manet
10. Dürer: los dioses van al Norte
11. La edad de Neptuno
12. “Arte oficial” y el barroco
13. Re-emergencia de la antigüedad
14. La tradición clásica hoy
Así, desde 1924 y hasta su muerte, en 1929, Warburg coleccionó cerca de 2 mil fotografías, reproducciones de pinturas e imágenes provenientes de libros y otros materiales impresos, fijándolo todo de acuerdo con esas señales en paneles de madera que, sin embargo, no tenían otra leyenda más allá de la categoría temática a la que pertenecían, se piensa que con el propósito de que el posible espectador recibiera la revelación súbita del orden en medio de ese aparente caos.
Algunos años antes, estudiando el fresco de Domenico Ghirlandaio Visita alla camera della puerpera, en la Basílica de Santa Maria Novella, en Florencia, Warburg había notado que una de las mujeres representadas se distinguía del resto por la ligereza de su vestido y sus cabellos, por encarnar la “brise imaginaire” con que la antigüedad pagana irrumpe de pronto en medio de los cánones que pretendieron olvidarla. Esa mujer era, según Warburg, una Ninfa, inesperadamente presente en la obra de un maestro renacentista.
Este ejemplo, anterior a la proyección del Atlas Mnemosyne, quizá da cuenta del ambicioso propósito de este: descubrir, contra la racionalidad dominante, la posibilidad de que sean otras fuerzas las que animan nuestro pensamiento, los simulacros que según los griegos era una de las pocas formas en que la divinidad podía hacerse presente en este mundo, “olas mnémicas” (según la expresión de Warburg) que agitan la representación imaginaria desde tiempos remotos.
http://faena.com/es/sphere#!/target=el-atlas-mnemosyne-un-vistazo-al-codigo-secreto-de-nuestra-memoria-colectiva-
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