"Me gustaría que alguna vez intentaras el siguiente experimento: cuando tengas ocasión, ve a las montañas, estate allí durante tres semanas y simplemente sé. Y no intentes comprender nada; simplemente sé natural. Cuando tengas sueño, duerme. Cuando tengas hambre, come. Si no te apetece comer, no comas. Sin ninguna presión. Simplemente deja que se haga cargo el cuerpo, el total. La mente es una creadora de problemas. Algunas veces dice: ¡Come más, la comida es deliciosa! Y cuando el cuerpo dice: Ya es suficiente, espera, no fuerces nada más, tú no escuchas al total. El total es sabio. En ese total, tu mente, tu cuerpo, todo, está implicado.
No estoy diciendo que haya que amputar la mente; eso también sería innatural, ella también es una parte. La mente tiene que tener su propio espacio, su justa proporción, pero no se le debe permitir que sea el dictador. Si se convierte en el dictador, crea problemas. Y luego busca soluciones, y las soluciones crean más problemas, y sigues y sigues hasta que acabas en un manicomio.
El destino de la mente es el manicomio. Los que van rápidos, por supuesto, llegan antes; los que van despacio, llegan un poco más tarde; pero todo el mundo está en la fila. El destino de la mente es el manicomio, porque que una parte intente aparentar ser el todo ya es una insensatez, una locura".
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