No me acostumbro al dolor,
ni al palpito angustioso del circular de mi sangre
o al entrecortado boqueo que desnutre mis pulmones.
No me acostumbro al dolor,
ni al opresor rigor mortis de mi cadáver aún con vida.
Mi reino esta inerme y vencido, envenenado,
como todo mi ser
que se retuerce indefenso ante el cruel ataque
de una absurda realidad,
un sueño de humo, fatuo,
un ojo ciego,
un sufrimiento largo y lento, en vano.
Me entierro en vida y amargas pesadillas me impiden morir,
me abofetea la rabia, se alimenta de mi misma,
me hiere de humillación, me mira soberbia
y me escupe a la cara una culpa que me pertenece,
inhumada por mi propio miedo.
Me sé vencida.Patricia Heras.
cambia dolor por LIBERTAD
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