viernes, 11 de febrero de 2011

Cruetly and the Beast

"¡Escuchadme! Todo crimen debería ser atesorado si os trae placer de alguna manera..."

Maléfica en rosa oscuro / el satén fruncido lamía sus pechos como sangre sobre la nieve / un torniquete de topacio / centelleaba a la altura de su garganta.

Al despertar, sacada a rastras de la tumba / su espíritu liberado eclipsó la luna / excedió su brillo como una estrella caída / un adorno majestuoso desde una nebulosa remota.

Su retrato colgaba en la galería negra / imponiendo inquietud / exigiéndole a la Muerte que respirara...

En medio del remolino y de la fauna diurna / de la sociedad en la corte / Elizabeth deslumbraba, su presencia buscaba el aplauso / aunque su sombra a la luz de las antorchas / proyectada contra las paredes de húmedos sótanos / sólo acogía la desesperación de los esclavos que su noche sojuzgaba.

Trece solsticios de invierno le habían mostrado / su camino, que la oscuridad / había marcado como su dominio / castrando al confesor / cuyas caricias ella había conocido / como tralla en la casa del perro / su frío coño era carne en hueso sagrado.

Violada de toda fe, ella ahora abrazaba / el malestar narcisista congelado en la faz del espejo. Con este desdén corriendo por estas venas (Como lasciva aristocrática que era) Buscaba retener lo que la edad le reclamaba. Su alma fue vendida... y por este precio... Piras hediondas jamás ardieron / por los caprichos de alguien con tanto bajo su dominio. Elizabeth, misteriosa / la crueldad os trajo orquídeas / de las entrañas del abismo.

Érase la atrocidad, cuando las brujas ahogaban los gritos / y tallaban runas abortivas en úteros enrojecidos / exhumados por ojos de vidente / la locura se cernió sobre ella / como la semilla de un amante amoroso / la sangre del alma salpicó su piel / en tortura desatada.

Y a su reflejo muerto / era como si su palidez resplandeciera / como un ángel calentado por velas / donde se habían adherido manchas eróticas / así que los demonios arrastraron a esta libertina / la lujuria gritaba por liberarse / sobre la carne de doncellas acicaladas / como lienzos por capricho.

Imponiendo reverencia / su mirada comunicaba con el más allá / con espíritus demasiado atrapados bajo cristal para estar en comunión / una dueña más blanca y fría que la Luna / cuyas amenazas por consumirla / se encontraron con tormentos que aliviaron su desmayo.

Tumbada de espaldas / una presa fácil para las resmas / de versos y maldiciones / que atormentaban sus sueños. La pesadilla de medianoche repicó / trece en su mente / una discípula de las cicatrices... Años marcados sisearon tras ella... Montada a muslo partido / por el Padre de mentiras / una ovación de lobos / enrojeció el cielo mientras se retorcían.

Pero el cielo núnca es para siempre / ella vino de las nubes / como una tormenta agotada...

Dejando serpientes al cargo / dentro de cada verja / para que laman agujeros justos / cegando a los Señores al destino / de vírgenes desnudadas a la fuerza / montadas y torturadas de espaldas / sus súplicas ahogadas en flujo menstrual.

"Más, puta, más... los temblores me hacen mojarme contigo, frótame con tu cadáver crudo..."

Y a su reflejo muerto / era como si su palidez resplandeciera / como un ángel calentado por velas / donde se habían adherido manchas eróticas / así que los demonios arrastraron a esta libertina / la lujuria gritaba por liberarse / sobre la carne de doncellas acicaladas / como lienzos por capricho. Crueldad y la Bestia... CRUELDAD Y LA BESTIA...

Violada de toda fe, ella ahora abrazaba / el malestar narcisista congelado en la faz del espejo. Con este desdén corriendo por estas venas (Como lasciva aristocrática que era) Buscaba retener lo que la edad le reclamaba. Su alma fue vendida... y por este precio... Piras hediondas jamás ardieron / por los caprichos de alguien con tanto dominio. Elizabeth, misteriosa / la Crueldad os trajo orquídeas / de las entrañas del abismo.

De las entrañas del abismo...

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