jueves, 3 de febrero de 2011

Qué pena que no vienes, tengo mucho que regalarte.

Necesito un Howl en mi vida. Alguien que me haga vivir un sentimiento de magia sin pies ni cabeza. Cómo un circo apabullante encerrado en mi corazón. Un águila azul que eleve mi conciencia hacia el cosmos y me golpée hasta dejarme en las ciénagas más profundas de la verguenza cultural. Desperdiciarnos mutuamente, arruinarnos con el amor más enfermo. Llorar cuando nos miramos a los ojos y enloquecer cuando nos damos la espalda. Sonreír y encontrar la paz cuando el sol brilla sobre nuestras jóvenes mejillas y beber de la savia de plata de la Luna cuando dejemos de temer a la muerte. Róbarnos un poco de cordura en cada encuentro pasional y vivir del silencio que produce nuestras epitafios. Morir y vivir a cada segundo. Llenarnos de aventuras que sólo los dos podamos apreciar y valorar. Siempre niños, como Wendy y Peter Pan. Adorarnos y cuidarnos. Saber que parte de mi está en ti y qué de tí hay en mi. Amarte, regalarte toda mi piel y tu arrancarte los labios por mi ausencia. Amor, mátame y hazme reina de tu Hades. Te necesito, lo llenarías todo para siempre y yo te regalaré mis riñones; Arráncate los dientes y yo resplandeceré con el agua de tu ser. Cuando pienso en ti enloquezco.

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