miércoles, 21 de noviembre de 2012

Llueve a ambos lados de mi ventana


Du Du Du Du Du Du Du Du Du
Du Du Du Du Du Du Du Du Du
I´m singin' in the rain,
just singin´ in the rain,
what a glorious feeling,
and I´m happy again.
No es que sepa especialmente bien. Es más o menos como huele, pero más intenso y más caliente. No importa, porque la circunstancia lo tolera. Como cuando ya estás tan borracho que te la pela la temperatura de la birra. Aunque sepas que es como un meado. Y de eso hablo, precisamente.
Cuando pasamos muchas horas follando él se mea, y a la vez está tan cahondo que se empalma. Ni se mea del todo ni se empalma del todo. Frustrado, me pega, y no encuentra otra solución que bautizarme de oro con esa polla medio fuerte medio blanda, muy caliente, llena de orines estancados.
Nunca lo bebo todo, claro, pero lo intento. Muchas veces me atraganto. Me horroriza pensar que trago pis. Es espumoso por la presión y a veces me colapsa las narices. Y a la vez me excita tanto…
Ser su váter. Que nada de lo suyo se pierda. Que su vida, con sus pasiones, con sus golpes, con sus venganzas, caigan en mí. Que sus muertes, las orgánicas, las temperamentales, sus insultos, sus humillaciones, sus desperdicios, sus excrementos, caigan en mí. Yo soy su tierra, él me pisa pero sin mí no se sostiene. Él es mi Dios, el de la parte antigua de la Biblia, el de las plagas, el de la muerte de los primogénitos, el del amor a costa de lo que arrastre.
Suelo tener el coño destrozado por los maltratos. Tanto por las torturas vaginales explícitas con cera, con golpes de fusta, como por los daños colaterales de sus folladas salvajes. Siempre procura llevarse toda mi lubricación con la boca antes de penetrarme. No me come el coño a cambio de nada; él me lo come para aspirarme toda la savia y que la metida sea escabrosa, punzante. Que la gran llaga se plague de llagas.
Cuando mea sobre mí y me resbala de la boca, y el pecho se me eriza de gusto, pronto se desliza el oro a mi raja. Y entonces escuece. Pero también sana.
Todo es una bendición absoluta que llega de la bendita mano del desagrado absoluto.
Y eso es, en definitiva, mi vida.
No me digas que no es Arte.
Disfrutar de lo agradable es sencillo, es humano, es natural, es lógico.
Yo me burlo del displacer. Lo deformo. Lo uso. Lo beneficio.
¿Complicado?
¿Inhumano?
¿Antinatura?
¿Ilógico?
Divino Arte. Y al Padre lo llamaban el Divino Marqués.

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